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Reseña: Doce años y un instante - Anna Casanovas

Hace bastante tiempo llegó hasta mí esta novela de Anna Casanovas, cuyas tramas me recuerdan mucho a Nora Roberts, así que desee zambullirme en ella. Me gustó mucho, y me emocioné, aunque sí que es verdad que en algunas partes me desesperé por el comportamiento de la protagonista –justificado o no-.
No es la primera novela que leía de esta autora, que la mayoría conocerá por su saga de los Hermanos Martí, aunque yo la recuerdo con especial cariño por el libro Sin miedo a nada, uno de los libros que hacen que no quieras nunca acabarlo.


Sinopsis:
Sebastián Nualart cometió un grave error en su adolescencia, y a causa de ello su familia tuvo que mudarse a Cádiz para que empezase de cero. Fueron tiempos difíciles, pero después de recuperar el cariño de sus hermanos y conocer a Cecilia, Sebastián pensó que el sacrificio había valido la pena. Pero el pasado no ha quedado atrás, y la mejor noche de su vida acaba por convertirse en un infierno. Sebastián se ve obligado a huir de nuevo, esta vez mucho más lejos y con la certeza de que no podrá regresar jamás. Doce años más tarde, Cecilia es una mujer fuerte y decidida, que no está dispuesta a ceder ante el hombre que la abandonó sin darle la menor explicación. Pero Sebastián ha estado esos doce años luchando por volver a verla, y ni ella ni nadie van a impedírselo.

¿Cómo te sentirías si de pronto, el que tú consideraste el amor de tu vida, vuelve a ti sin previo aviso después de desaparecer de tu vida durante 12 años? Pues esta la situación en la que se encuentra nuestra protagonista, Cecilia, cuando de pronto Sebastián reaparece en su vida, junto con los recuerdos que ella creía haber dejado atrás. A partir de ese momento, Cecilia intenta apartar todo lo que sintió por aquel joven que afirma haber ido a buscarla para recuperarla, y sustituye todos esos sentimientos por el rencor y la desconfianza por haberla abandonado, sin dejarle que le dé ni siquiera una explicación, pese a que el desea dársela.
  «Sebastián la miró a los ojos y Cecilia vio en ellos reflejada una tormenta.
  —He vuelto por ti, Cecilia. He tardado mucho más de lo que creía en lograrlo y por eso mismo estoy dispuesto a darte todo el tiempo que necesites para hacerte a la idea de que estoy aquí y de que no pienso irme a ninguna parte. Jamás  (…) Ponme todas las barreras que se te ocurran, Cecilia, estoy dispuesto a derribarlas todas. Una a una. Me he perdido muchas cosas de tu vida, y ahora que estoy aquí no voy a perderme más. ¿Quieres venir a cenar conmigo?  Ella lo miró como si se hubiese vuelto loco. 
—NO —le contestó furiosa porque durante un segundo una parte de su corazón le había pedido decir que sí. 
—Mañana volveré a preguntártelo —le prometió él. 
—Mañana volveré a decirte que no —afirmó ella.»

 Poco a poco, la barrera que los separa va modificándose, dejando ver a Sebastián como la desaparición de los hombres que ella consideraba pilares en su vida –él y el padre de ella-, y la consecuente decepción, se materializa mediante una barrera física: los corsés.

Cecilia empieza siendo una adolescente risueña que desprende confianza a una mujer que se protege detrás de una coraza de frialdad que solo desaparece con sus más allegados. La pérdida de su confianza en los hombres deriva de la desaparición de Sebastián y el abandono de su padre, que decide dejar a su mujer y a sus dos hijas (Cecilia y Alexia).
En mi opinión, la tenacidad de la protagonista por no dar una oportunidad al protagonista se me hace un tanto pesada. Sí que es verdad que pasados doce años, una pueda guardar mucho mucho resentimiento, pero a veces dan ganas de coger a Cecilia y decirle un par de cosas para  hacer que entrar en razón.
«—Mira, Ce, comprendo que estés enfadada...  La mirada que le lanzó ella lo detuvo a media frase.
—¿Enfadada? No. No estoy enfadada. Enfadada lo estaba hace once años, justo después de pasarme un año entero destrozada, sin sentir apenas nada, porque tú —le clavó un de do en el torso—, mi «mejor amigo», había desaparecido en medio de la noche sin decirme nada. Enfadada lo estaba cuando no supe nada de ti y cuando por fin comprendí que nunca ibas a llamarme, ni a escribirme, ni a venir de visita. Entonces estaba enfadada. Ahora ya no lo estoy.»

Sebastián, por otra parte, había crecido creyendo que nadie lo aceptaría. Por eso, cuando Cecilia corresponde a sus sentimientos doce años atrás, decide que nunca la dejará marchar, aunque luego tenga que huir. Al huir de Cádiz, aparte de Cecilia, también tiene que dejar a su familia, incluyendo a sus dos hermanos, Gabriela y José Antonio.
Doce años después – los cuales ha pasado en el ejército- vuelve al sitio del que un día tuvo que marcharse como nuevo Capitán del Puerto de Santa María, con el objetivo de recuperar a la que considera el amor de su vida, confiando en que llegará un día en que volverán a estar juntos.
  « Cecilia se puso las gafas y abrió el expediente que tenía en el regazo. La verdad era que había cogido ese sin pensar, solo para tener algo entre las manos, pero al parecer había tenido suerte y había cogido el correcto. ¿Dónde diablos había metido el plan de contingencia? ¡Aquí!
—Cano y yo estimamos que... —Levantó la cabeza y vio que Sebastián la miraba confuso—. ¿Qué? ¿Qué pasa?
—Llevas gafas —carraspeó—. ¿Desde cuándo? 
Cecilia se tocó la montura y la subió por la nariz.
—Hace mucho tiempo, ya no me acuerdo. ¿Seguimos?  Sebastián quería preguntarle si era miope o si tenía estigmatismo, si había pensado alguna vez en operarse, si le gustaba llevar gafas o si prefería utilizar lentillas. Quién le regaló el primer par de gafas. Si las llevaba siempre o solo de vez en cuando... pero probablemente ella volvería a amenazar con irse si le preguntaba todo eso. Demasiado personal. Y no estaba relacionado con el trabajo. »


En mi opinión, el punto fuerte de la novela es la forma de Anna Casanovas para contar la historia y expresar los sentimientos, haciendo que te sumerjas en la trama. En sí la historia es sencilla: el chico malo se enamora de la chica buena y debido a una serie de circunstancias tiene que dejarla, es la personalidad de los personajes lo que hace que quieras seguir leyendo; como Sebastián se aferra a aquel instante de felicidad en una playa, y como Cecilia se aferra a su ira y su resentimiento para poder tirar adelante. La narración en tercera persona combinada con algunos capítulos narrados en primera persona por los protagonistas es otro aspecto que también aporta mucho a la historia.

Ahhhh, y una cosa que es la primera vez que veo y que me ha gustado es la incorporación de música en el principio de los capítulos. Generalmente, al leer un libro que contiene algunas referencias de canciones, yo como mínimo suelo perderme, porque la mayoría de ellas no las conozco… en este caso es distinto, ya que la incorporación se hace al inicio del capítulo, y se puede buscar la música antes de leerlo, además, Anna Casanovas ha habilitado una lista de reproducción en Spotify con la lista de las canciones que se mencionan en el libro:

Este libro es para todas aquellas románticas como yo, es por eso que lo guardo con cariño en un sitio especial de mi librería…
La segunda parte de Doce años y un instante es Saltar al vacío, que cuenta la historia de Alexia y José Antonio, y se publica el 17 se setiembre del 2014, ¡¡ya queda poco!!

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