Como todas
las seguidoras de esta escritora, al ver publicada la nueva novela de Megan Maxwell,
me alegró el día. Y es que en esta ocasión la autora no traslada al Madrid
actual, junto con sus dos protagonistas principales: Ana y Rodrigo, un
fotógrafa y… ¡un bombero!
Ana y Nekane regentan
un estudio de fotografía en el casco antiguo de Madrid. Un día se declara
un incendio en su edificio y, aunque están acostumbradas a trabajar con
modelos de lo más glamurosos, no pueden dejar de sorprenderse ante aquellos
valerosos «machomanes» vestidos de azul que no se preocupan porque su pelo
se encrespe ni sus manos se ensucien. Cuando el objetivo de la cámara
de Ana se centra en Rodrigo, su corazón le indica que ya nada volverá a
ser igual. Él se da cuenta de la forma embobada en que lo está
mirando y, a pesar de que no le gusta, inician una extraña
amistad. Todo se complica cuando Ana descubre que está embarazada y
Nekane la anima a que cumpla su fantasía sexual con el bombero antes de
que la barriga, las estrías y los vómitos matinales se manifiesten y lo
espanten. Pero una mentira de Ana a sus padres ocasionará un
sinfín de enredos y situaciones alucinantes que a Rodrigo lo dejarán sin
habla.
El centro de
esta historia es principalmente Ana Elisabeth Baners, que, huyendo de una
reciente relación sentimental horrible (¡y es que el exnovio –Warren- se hace
odiar!) decide mudarse a Madrid para comenzar desde cero. Años más tarde, con
la ayuda de Nekane, su socia, deciden cumplir ese sueño, siendo así las jefas
de un estudio de fotografía de Madrid. Pero… ¿Cuándo
aparecerá el protagonista? Pues, un día, mientras las amigas trabajan, les
informan que tienen que salir del edificio porqué los bomberos están intentado
apagar un fuego en casa de su vecina Encarna, y como no, allí conoceremos a
Rodrigo, el cabo de bomberos encargado de apagar el incendio, y a su vez, extremadamente atractivo.
A partir de
ese momento, Rodrigo y Ana, pese a empezar con mal pie, inician una extraña amistad,
que llevará a la protagonista a enamorarse profundamente y sufrir a partes
iguales, al darse cuenta que, pese que está enamorada de él, el siempre será lo
que es: un Donjuán.
Esa es la presentación
del libro, y, si decidís leerlo, descubriréis una novela que os hará reír hasta
que os duela el estómago, y a la vez angustiaros por las situaciones que viven
los personajes.
Como en las
novelas anteriores de Megan Maxwell, los personajes son frescos y peculiares, y
aunque hay muchos que son secundarios, en ningún momento se te hacen pesados,
al contrario, aportan risas y originalidad.
Ana es una chica de 23 años que un buen día, sin
comerlo ni beberlo, se ve con un predictor positivo y enamorada de su amigo Rodrigo, un hombre que conquista a toda
mujer que se le ponga por delante, pero que no quiere ser conquistado por
ninguna. Segura de sí misma y sin pelos en la lengua, decide seguir adelante
con el embarazo y ser madre soltera. ¿Y el problema? El problema es que la
protagonista sabe que sus padres, sobretodo su madre (que es un tanto
peculiar), no se tomarán bien la noticia, lo que desencadenará que intente
mitigar la situación provocando a su vez más enredos… Apoyando siempre a la
protagonista está Nekane, su íntima
amiga y confidente, que en todo momento le dará su verdadera opinión y la hará sonreír
gracias a su desparpajo y su humor. Un personaje secundario muy especial será Calvin, el mejor amigo de Rodrigo y un
enamorado de Nekane. Y para cuidarlos a todo ellos como si fuera una madre, nos
encontramos con Encarna, una gallega
divertida que se hará querer.
Bajo mi
punto de vista, aunque conozco otras obras de la autora y sabía más o menos que
esperar, me ha sorprendido gratamente (a pesar que, todo sea dicho, casi todas
las novelas de Maxwell están cortadas por el mismo patrón), y es que los diálogos
son dinámicos y derrochan originalidad en muchos aspectos, como por ejemplo:
«—Pero ¿qué es esto?
Roja como un tomate, se lo fue a quitar, pero él no la dejó, y al ver de lo que se trataba, volvió a preguntarle con tono burlón:—¿Llevas una faja en el bolso? —Ella no contestó, y él añadió—: ¡Guauuu!, una faja de... ¿vaquitas?Horrorizada y muerta de vergüenza, se sentó con rapidez en el asiento del copiloto, cogió su camisa y comenzó a vestirse tras guardarse el sujetador en el bolso. No pensaba contestar a lo que le preguntaba y menos después de ver su cara de guasa. Aquello era humillante. Pero al ver que él no le quitaba ojo, aclaró:—Vale, lo confieso: son vaquitas. Llevaba la puñetera faja puesta porque cuando me pongo esta falda la necesito para disimular un pelín la barriga. Pero estaba incómoda con ella y decidí quitármela. Fin del asunto. —Y de un manotazo se la arrebató.»
Una novela
divertida y auténtica que no te dejará indiferente ¿Qué me dices, te apuntas a
leer esta nueva novela?
Estoy enlazando esta reseña a la fiesta de enlaces del blog Personalización de Blogs
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